lunes, 26 de septiembre de 2011

No te identificarás con el problema de tu amiga

 No te identificarás con el problema de tu amiga
El problema es la manía compulsiva de la identificación. Nos identificamos con las protagonistas de las películas, con la amiga en desgracia, con la cornuda, con la abandonada, con la amada hasta la locura, con la que deja huella, con la que no la deja,  con la que tiene problemas con el jefe, con la que está enamorada del jefe… nos identificamos.
Basta que venga tu amiga a contarte que peleó con SU pareja por el asuntito de… para agarrar viaje en la locura sin ton ni son de la pelea con TU pareja por el asuntito de… . No me digan que esto no es de uso exclusivo femenino porque lo discuto a muerte.  Los hombres son más llanos también en esto. Ellos dicen: ¡Qué bueno, che, mi mujer no es así de celosa! Punto. Nosotras buscamos la manera de descubrir que ELLOS son como el marido de TU amiga, pero nunca te habías dado cuenta. Punto. Es así.
En próximos episodios, a la manera de los folletines de Puig, iré desgranando este tema tan florido pues da para mucho, pero hoy me dedicaré a la más absurda de las identificaciones: la que he tenido esta mañana CONMIGO MISMA, PERO EN OTRA ÉPOCA.
Resulta que mi esposo me pide que le revise los mails. Me da su contraseña. Entro en su casilla. No tiene mails, pero claro, no podía terminar ahí el tema, entonces me voy a todo el menú: BORRADOR- MENSAJES ENVIADOS-BANDEJA DE ENTRADA-SPAM. Todo. Veo los “asuntos” de los mails y observo con ojo de chacal unos títulos muy sugestivos: Hola, lindo; Bebé, te extraño, etc..  Decir que me puse como loca es poco, lo cual me hizo daño pues me mal predispuso aún cuando corroboré que todos habían sido enviados por mí hace años. Obviamente aquí no termina todo puesto que me dispuse a leer el contenido escrito por mis propios dedos, entonces fui a dar con uno que bajo el título amoroso encubría un reclamo por no sé qué abandonos sucedidos en el pasado. Tipo: te pido por favor que me escribas qué hago con los impuesto atrasados, no es fácil hacer de madre-administradora-profesora , sola, sin vos acá.  Luego, claro, me puse a pensar en cuánta razón tenía aquel mail. Qué se había creído este tipito en esas épocas, mientras él volaba en destinos exóticos yo me devanaba los sesos en ver cómo organizaba mis días y los de nuestras hijas. Total, que para cuando él se levantó yo era una furia que no sabía cómo conducir mi discurso de reclamos prescriptos hace años.
-Y, te fijaste, linda? Tengo algo?
- No. No tenés nada de afuera.
- Mejor. Desayunamos?
- Mejor te traés un café y me explicás una cosita.
- Qué pasa?
- Vos me podés decir qué carajo hacías en Sudáfrica que no me respondías a lo que te preguntaba en los mails? Salías, te embriagabas, frecuentabas burdeles?
Por toda respuesta obtuve una carcajada que me sacó de quicio. Yo apelé con un grito mientras él se alejaba para prepararse el café: las nenas eran chiquitas!!!!! Pero siguió riendo hasta que me le acerqué amenazante (nunca siquiera sospechó que estaba tentada de darle un cazote en la nuca); se dio vuelta y me manoteó de la cintura (porque no fue un abrazo). Sabés que tu humor es una de las cosas que más me gustan de vos?
Me fui al espejo riendo, me vi frente al espejo con cara de recién amanecida y entonces agradecí a la vida que este muchachote que es mi esposo siga confundiendo mis reclamos trasnochados con sentido del humor. Si no, de qué se agarraría para seguir conmigo?
Pará, pará, pará… que ahora que pienso bien, el cumpleaños mío del año pasado no me trajo ni una margarita silvestre. Ah, no, ahora que recuerdo cuando cumplimos un años de casados tampoco se acordó… igual que el marido de Clarisa. Son todos iguales, pobre Clarisa y encima le levantó la mano una vez (bueno, le levantó la mano para frenar la de ella que estaba a punto de darle un sopapo), casi como cuando hoy me agarró de la cintura a los manazos. No, ves? Qué te digo, son todos iguales.
-Che, nene, dónde estás? Vení que te digo una cosita, pero escuchame bien…
                                                        M. P. V.