martes, 24 de mayo de 2011

Recomendaciones para una boda

Recomendaciones para una boda
En épocas de Wedding Planners yo me pregunto: por qué no se agrega a toda la parafernalia de la fiesta una persona destinada a filtrar de las fotos a aquellos que sí o sí se a
rrepentirán de haber asistido con un lookete bestial. No digo hacerlo con maldad y sorna, sino más bien con una actitud discriminativamente caritativa hacia aquellos que, como yo, miran fotos antiguas y decididamente se quieren matar. Cuánto agradecería, ahora, que alguien hubiera censurado mis imágenes o que alguna samaritana me dijera: “Chiquita, te vas a arrepentir”.
Por ejemplo, no recomiendo aparecer en fotos oficiales si estás de postparto. A mí,  dos bodas me encontraron en ese estado. La primera fue ocho meses después del nacimiento. El problema no era el exceso de peso, sino la falta de estado de mi pelo. A duras penas llegué a terminar de arreglar a la niña para la hora convenida. Tenía yo un rubio espantoso y unos rulos violentos que no logré desterrar, lo único que logré manejar (por falta de tiempo) fue el flequillo. Por lo tanto ahora me veo eternizada, encarnando una especie de Gissellle Rímolo en su mejor momento soldanesco.  
En el otro caso me tomé mi tiempo y exigí al padre que se hiciera cargo de las dos niñas para poder dedicarme a mí, pero NADA tuvo sentido porque ahora (a un mes y medio de nacida mi segunda niña) el problema ya no era ni la falta de tiempo ni el pelo: el GRAN problema era yo y mi GRAN tamaño. Tardé horas en tratar de encontrar una solución y me decidí por una de esas fajas reductoras de talles que van desde la cadera hasta el borde inferior del suotien (cómo estoy con el francés, por Dios). El inconveniente mayor, y es por eso que enumero estas recomendaciones, es que esas fajas con el paso de los minutos comienzan a enrollarse de arriba hacia abajo. De modo tal que, una vez salida de la iglesia, comprendí al tacto que tenía una especie de  matambre entre la cintura y el pecho. Todo aquello que la faja había subido desde la cadera quedó alojado en el talle, gordo e incomprensible para los demás. Con el agravante de que me estrangulaba en las costillas y me provocó un desvanecimiento, que por supuesto hice pasar por un desmayo emocional.
Me siento en la obligación de aclarar que antes de esto, cuando aún estaba ingenuamente enfundada en aquella amiga engañosa, me maquillé, me peiné y me coloqué desodorante. Uno de esos que llevan escrita la leyenda: No deja huella. Por supuesto que dejó una huella indeleble en la escasa prestancia que me quedaba. En todas las fotos se puede observar a una mujer inflada, con un vestido sin mangas (sí, me puse un vestido sin mangas a pesar de que mis brazos eran del grosor de los acueductos  romanos, porque toda mujer que termina un embarazo desea ser sexi con premura) y debajo de las axilas se observan dos semicírculos blancos de antitranspirante. Claro que en aquella situación todos habrán pensado: ¡Pobre gorda, está chivando canelones! No los chivé, pero sí me los comí, y estaban riquísimos.
Otra cosa no recomendada, en caso de superar los cuarenta años, es tratar de innovar haciéndose la “retro”. Ése es un dejo de originalidad reservado a las jovencitas. Por ejemplo, tratar de emular a una dama de los años ’20, con talle bajo y ondas apretadas a la cabeza no te otorga originalidad, te transforma inevitablemente en una Greta Garbo de ochenta años. Por otro lado, si la elegancia no es lo tuyo, y tu estampa se acerca más a la de Coca Sarli se corre el serio riesgo de asemejarse a Catita imitando a Greta. Por lo tanto, queridas mías, no a lo retro; sí a lo clásico. Y por qué digo a lo clásico? Porque estar en “la cresta de la ola” o al “último grito de la moda” te arrojará a ser un personaje “demodé” en menos que canta un gallo. Sabemos que los gallos cantan al amanecer. Ergo: a las cinco de la mañana del mismo día de la boda ya serás una ridícula pasada de onda que alimentará las risas de los demás por años.  Tal es el caso de la vez que acudí a un casamiento con mi famosa permanente croquiñol, flequillo ochentoso y cejas monumentales. No hay navidad, ni año nuevo, ni día de la madre (y eso que soy una madre argentina) en que algún/na trasnochado/a no me recuerde mi falta de buen gusto. Comienzo a temblar cuando alguien se levanta de la mesa al son de: Miremos fotos viejas. Entonces yo inicio mi serie de puteadas, que son interminables porque, como toda profesora de letras que se precie, tengo un lenguaje riquísimo.   Yo sé que nadie quiere ver nada, excepto mi bochornoso look de aquellos entonces.
Me consuela saber que he visto, incluso, a mis abuelas padecer estos actos de sadismo familiar. Por ejemplo, mi abuela paterna (la árabe) en el casamiento por civil de mis padres se había colocado un sombrerito aplastado, con caída hacia el costado izquierdo. Seguramente era de brocato o algún material por el estilo. Deber de haber sido un lindo sombrerito, pero en su cabeza se transformó en una tortilla española donde sólo falta un  chorizo colorado. Eso sí, no hay vez en que miremos las fotografías sin que alguno vocifere: La abuela se había metido un revuelto gramajo en la cabeza.
Otra cosa, ojo con el maquillaje. Si estás medio baqueteada, mejor pintate poco y de manera natural. De lo contrario, a eso de las dos de la mañana, luego de comer como yegua (porque, saquémonos la careta, vamos a los casamientos a comer… al menos la gente que, como yo, sabe disfrutar de la vida), luego de que el alcohol haya comenzado a hacer estragos, y los estragos se manifiesten en un dancing furioso   en medio de la pista… entonces, luego de todo, lejos de ser el decorativo centro de atracción te habrás transformado en una suerte de cabaretera en decadencia, alcoholizada, que baila sola y hace papelones con unas ojeras de rímel más propias de un psiquiátrico que de una boda bien llevada.  Una escena por el estilo puede concluir con un padrino de ceremonia diciéndole a los amigos del novio: ¡Por favor, que alguien se lleve a esa mujer de acá!   Y que no te sorprenda la decisión del padre de la novia con una tranca ácida, de esas que te hacen pasar de la alegría alucinada a desenvainar un cuchillo de postre gritando a los cuatro vientos: Yo no estoy borracha, yo sólo me estoy divirtiendo, déjenme en paz con los Bee Gees. No, te recomiendo que no te suceda, ya que te vas a perder los próximos diez casorios a los que podrías haber asistido.
Por último, y no menos importante, cuidadito con el peinado. Siempre debemos recordar que no hay que luchar contra la naturaleza. Es decir, si tenés el famoso pelo crespo, no te hagas la planchita. Procurá utilizar las cresposidades a tu favor. Te puede suceder, como a mí, que diluvie el día de tu propia boda y en el momento exacto en que hagas tu ingreso a la iglesia. Si te sucede y te agarra una lluvia con viento en todas las direcciones ni una sombrilla evitará que te mojes parte del peinado. Si tu pelo es crespo, entonces terminarás con una suerte de vello púbico en la cabeza; en caso de tener pelo lacio y haberte hecho bucles (detesto los bucles) entonces aparecerás para la posteridad retratada con aspecto de gallináceo, como si te hubieran escupido, al mejor estilo Mi gran Casamiento griego.   
Bueno, he tratado de contribuir con mi granito de arena para que no repitan errores ajenos.
Ahora, si están por casarse en estos días y ya tienen decidido un lookete decadente  pueden remediar la situación de la siguiente manera: no contratar fotógrafo ni camarógrafo. De paso se ahorran unos buenos mangos. ¡Habrase visto, con lo que cobran!

María Paula Villanueva


15 comentarios:

  1. Me fascina que te puedas reir de vos misma con tanta gracia!!!! Gracias por ayudarme, tenes algun tip para un casamiento en otro pais? Podes acompañarme a comprarme el vestido?
    Coralito

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  2. Me siento totalmente identificada.... esta benisimo!

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  3. Pauli me encanto...super bueno...es tal cual!!! je je.

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  4. Pues bien, la pimera en pasar del protagonismo al ridículo es la novia misma; con los años AQUEL vestido te transforma en la disfrazada de la fiesta...Y de la borrachera, qué decir. Mi flamante esposo despertó a mi lado la mañana siguiente preguntándose qué hacía yo sentada en la cama con cara de ME MUERO, que traducido era me muero porque ACABO DE DESCUBRIR QUÉ ERA LA ACIDEZ....Por no extenderme mucho, también he asistido a paquete casorio de amigo de toda la vida que terminó a las trompadas en el baño de hombres entre el mismo novio y algún pariente la novia. Eso sí, la causa era el exceso de POMMERY (y chupate esta mandarina!!).

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  5. pau exelente como todo lo que haces!!totalmente identificada con todo ,excepto con la gordura postparto,ahi quede re flaquita con decirte que ahora miro las fotos y no me reconosco. y me pregunto que me paso ?,la vidaaaa,jaja .besos

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  6. qué manera de reírme!

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  7. Hahahahahahahaha!!!! No podeeeessss! Lo que si tengo claro que vos MIS fotos no las ves mas!!! Te digo, estoy borrando las del FaceBook! Preguntale a Lu lo de la faja reductora!!! Tiene una miaaaa... Pero debe haber sido de avanzada porque no se me arrollo en ningun lugar ni momento... eso sí, entre el vestido que tenia 100 mts de tela y la faja matadora, no pude hacer pipí en toda la noche... final de la historia, termine la noche con los pies como dos budines de pan (de los gordos, de los que hacia mi abuela), y calzando ojotas blancas!!!! y el peinado da para toda una columna!!!! por qué será que los peluqueros (lo quise escribir en francés pero como no es lo mio, te lo digo en criollo)entienden 3 litros de spray tipo laca, cuando vos les decis: un recogido sencillito y que se vea naturalllll???? AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH!!!!!!!!

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  8. Además de sentirte una ridícula con el traje de novia, una vez que salen todas a bailar divinas, te puede suceder que se te escape una lola en mitad del revoleo que te dan los amigos ya hebrios del novio... COMO A MÍ!!!!!!!!!!!!!!

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  9. ay Pau!!!!!!, me hiciste llorar literalmente de risa!!, sos una ídola!!
    Martina

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  10. Gracias a todas mis chiquis ( a la manera de Sandro, que en paz descanse ?)!!!!
    Reconozco a cada una por su recuerdos, que en muchos casos son compartidos. Por ejemplo, la damisella de la "acidez" terminó riendo en su fiesta y festejando cómo un borrachín, de los que no faltan jamás, atormentaba a su pobre cuñadita, pobrecita. Jajajajaja

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  11. Respecto a la señorita Betty, que se manda al frente sola, NO ME INSPIRÉ EN VOS, mi querida; pero sí te tuve muy presente. jajajajaja Con decirte que casi subo una de tus filmaciones pre-prepataivos.
    Respecto de la faja, qué suerte la tuya. Hinchada, pero digna. Muy distinto lo mío. Lo más gracioso es que alguna gente me sigue diciendo: qué exagerada sos, Paula. Y yo pienso: "Qué mentirosa esta gente" o "pobres, con qué poco se conforman". Jijiji. En fin, tengo aún tanto por decir........
    Aprovecho para agradecer a Marti y a las demás. Mientras alguna se ría seguiré escribiendo.

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  12. Y vos crees que no nos vamos a reir??? Y si nos haces llorar tambien te vamos seguir a muerte, Pauli!!!
    No me quedó muy claro lo de que me tuviste presente cuando escribias, eso es bueno o es terrrrrriiibllleeee????? hahaahhah! No me importa nada! Y si queres subir un video dale! A ver si todavia me descubre algún director o productor en Las Uropas y a la vejez me hago famosa como actriz tragicómica??? Te KIERO INFELIIIII!!!!

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  13. Betty, ojo con correrme con eso de tus videítos, porque puedo hacerlo!!!!!!!!!!!!!!!!1
    Te quiero, infelií!

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  14. coincido, el retro es para las jovencitas. Las más grandes no quedamos hippy chic, quedamos "desempolvó las pilchas que tenía en el fondo del placard"

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  15. Jajajaja, Trapitos al Sol, muy cierto tu comentario y tu blog. A mis amigas, esas que les gusta el estilo medio ácido, recomiendo este blog!

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